Se esté interpretando para una multitud de trescientos o de tres, para el profesor o para un amigo, o incluso para una grabadora o audiencia imaginaria, en el momento que es consciente de que se está siendo escuchado, se está actuando y se tiene la oportunidad de practicar las habilidades de actuación.
Actuar es una habilidad como cualquier otra, y hay que aprenderla. Negar esto nos convierte en músicos incompletos.
Una cosa es la capacidad que se tiene de actuación y otra es la capacidad de tocar el instrumento; una siempre va a la zaga de la otra.
La parte negativa es que casi nunca se interpreta tan bien en el escenario como en la habitación de estudio. La parte positiva es que conforme se aumenta la capacidad de tocar en la habitación de estudio, la capacidad de actuación sobre el escenario también se incrementa proporcionalmente. No hay que esperar que toda actuación sea la mejor, es cierto que en cada ocasión hay que esforzarse, aunque no tanto para alcanzar la perfección sino para conseguir consistencia. Hay que procurar conseguir un buen nivel constante, llegando ocasionalmente a niveles de grandeza. Hay que esforzarse mucho para mantener y mejorar el nivel medio de actuación, y hay que tener siempre muy presente que sobre el escenario no hay ninguna pieza fácil.
Si se intenta tocar por encima de la capacidad de actuación (aunque se esté dentro de los límites de dominio del instrumento) nunca se progresará como intérprete sobre el escenario. Se puede aprender a tocar en el escenario haciendo una escala.
Cuando se actúa, la audiencia no sabe (a menos que se proyecte el descontento) si se está en una parte fácil o difícil, algo que además no le preocupa. El público está ahí para disfrutar de la música, de modo que hay que hacerle disfrutar. No se debe proyectar las inseguridades en el público que escucha; ellos no las quieren, y se debe tener en cuenta lo siguientes puntos:
- Dedicarse a disfrutar uno mismo y por consiguiente hay que centrarse en la música.
- Mantener la concentración en las cuestiones técnicas a vencer en cada obra, pero sobre todo hay que centrarse en el resultado musical que se quiere transmitir.
- Recordar que hay que ser un artista, no un atleta. Una técnica impresionante sólo debe ser un medio para conseguir un fin musical. No se debe tratar de competir con otros o compararse con ellos excepto si es para estimular el propio deseo de mejorar. La verdadera competición es con uno mismo.
- Trabajar para mejorar la capacidad técnica sólo como medio de lograr una mayor expresividad. Intentamos crear algo, no impresionar a nadie: “Uno debe enorgullecerse por lo que hace” .
- Tener en cuenta las críticas constructivas que los amigos y profesores expresen, pero se deben ignorar las críticas destructivas procedentes de gente insegura de sí misma o que simplemente no le gustas y quieren hacer daño.
- Si se puede, nos debemos liberar de la preocupación por las expectativas poco realistas de los demás. Hay que disfrutar del nivel en el que es está ahora mismo mientras se siga avanzando.
- A veces hay gente esperando el momento para criticar y perjudicar, (parece su profesión). Hay que ignorarlos.
- Los problemas de actuación son completamente internos. No hay estrés fuera de uno mismo. Hay que confrontar la ansiedad de actuación y tratarla en la mente, en el interior.
Cualquiera que venga a la actuación a escuchar los errores en vez de a disfrutar de la experiencia musical es más digno de pena que de temor. Se debe usar la actuación como una oportunidad para el desarrollo, para dar.